El dragón perdido es una novela de ficción histórica y aventuras protagonizada por el investigador privado galo, Frédéric Poison.
Un telegrama de un soldado soviético moribundo es solo el comienzo de una investigación ardua que llevará a Poison y a sus compañeros a recorrer diversos parajes de España (pasando por la Región de Murcia), de Marruecos, y de la mismísima selva aborigen de Guinea Ecuatorial; todo ello en busca de arrojar algo de luz sobre el paradero de un avión desaparecido a finales de los años 30, que puede ser clave para desentramar las claves de un conflicto internacional que involucra a diferentes naciones y a sus dirigentes, incluído el mismísimo caudillo español.
Víctor Mirete Ramallo (1982) Nos presenta una primera novela muy ágil, en la que se desenvuelve con una narrativa desenfadada pero dotada de alardes gramático-léxicos propios de alguien que demuestra ser muy leído, pese a su juventud e inexperiencia en manuscritos de larga envergadura.
Pero más que la narrativa, a servidor le importa el argumento. He de admitir, que repelo las tramas relacionadas con la temática militar, así como las grandes conspiraciones, por lo cual, me doy la licencia de decir que tiene mucho mérito que el escritor murciano haya logrado mantenerme en vilo y mantener mi interés durante cuatrocientas páginas.
Como puntos fuertes, destacaría el impresionante uso del flashback y de la narrativa secuencial para llegar al mismo punto cronológico y que todo cobre sentido al final de la novela. Me ha gustado mucho poder ver la historia desde diferentes puntos de vista, y con esta técnica, de la que el autor no abusa en ningún momento, ha sido posible hacerlo.
Otra de las cosas que me parecen alabables es el buen gusto con el que están elegidos los diálogos, y la naturalidad con la que cada personaje habla. Parece que escuchas sus voces. Frédéric es un tipo fino, sutil y pícaro, y eso se refleja en su manera de hablar. Por otro lado, Miguel está aturullado de trabajo, y eso se nota en la búsqueda de simplicidad propia del amigo fiel que vive estresado. Pascale, sin embargo, es mucho más directo e irónico, parece por como habla una de esas personas duras que no toma medicamentos durante una gripe.
Como primera novela, es excelente. Tiene muchas cosas buenas, demasiadas para creer que es la primera. Solo he encontrado dos cosas que personalmente creo que hubiesen podido mejorar el producto: una gran escena de acción final (esperaba una confrontación final con el temible Baldo), y que el autor hubiese ahondado más en el pasado de los protagonistas, especialmente en el de Frédéric. No obstante, estoy seguro de que Víctor me contentará incluso más en «Los niños de Belzéc», el segundo caso de Poison, y nos dará más claves sobre sus personajes. Además, la trama tiene pinta de ser más oscura y adulta, ya que está ambientada en la Alemania de los campos de concentración. Ya sabéis que a mí me va lo crudo.
Resumiendo: No parece para nada una primera novela. La ejecución es muy buena, y Víctor se destapa como una autor a seguir, especialmente para aquellos amantes de la ficción histórica y de la novela de misterio y aventuras.