¿Por qué Trump?

10 noviembre, 2016
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10 noviembre, 2016 Pedro Martí

“Podría disparar a gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”

Si tuviese que elegir una frase para definir al señor Donald John Trump, seguramente escogería esta, aunque debo admitir que el magnate de las finanzas no me lo ha puesto nada fácil ya que centenares de sus “greatest hits” circulan por la red desde hace años.

Me llama poderosamente la atención una casualidad cuasi macabra: El 9 de noviembre de 1989 cayó el muro de Berlín, y el mismo día de 2016 comenzó a erigirse un muro. ¡No me refiero únicamente al muro físico con el que Trump amenaza con frenar la inmigración proveniente de Méjico!, sino más bien al muro invisible que planea levantar contra Europa al no apoyar el tratado de libre comercio con el viejo continente.

Todo el mundo está en shock, y todos parecemos necesitar una respuesta  a la pregunta que todos nos hacíamos este miércoles, que no es otra que: “WHY?”

Mr. Trump había vencido con anterioridad (y contra todo pronóstico) a otros dieciséis candidatos republicanos, entre los que se encontraban nombres de políticos muy contrastados como Jeb Bush, Ted Cruz o Marco Rubio. Fue ahí donde comenzó a labrar su leyenda. El mundo se dio cuenta de que Trump tenía más vidas que un gato, más vidas incluso que Artur Más, y que por ende, no sería nada fácil destruirle. Pero ayer, el hombre del peinado inquietante (¿de verdad es natural?) venció a la favorita de todas las encuestas y con ello asestó la puntilla al stablishment político. Hillary Clinton fue su última víctima, y seguro que el magnate tenía reservado un buen lugar sobre su chimenea para la cabeza de la demócrata.

Pero… ¿cómo pudo el inexperto, políticamente incorrecto, ofensivo y agresivo político vencer a toda una ex secretaria de Estado (2009-13), senadora (2001-09) y primera dama (1993-2001)?

Aquí intento dar los tres sencillos ingredientes de la receta del fenómeno Trump:

  1. El fenómeno ‘anti-stablishment’.

Esto es algo tan global como innegable. Podemos observar el éxito del Brexit en U.K, la crisis de los partidos viejos en España y Latinoamérica, y el auge de organizaciones de extrema derecha en Europa. Algo está cambiando, y en gran parte viene potenciado por el cabreo monumental que la enorme crisis mundial ha generado en la totalidad del globo en contra de la «vieja política». En el caso de Estados Unidos, los Estados que tienen la mayor tasa de pobreza son casi una país propio dentro de una nación. Una ‘White america’ pobre, rural y profundamente religiosa, que fue la base del voto de Trump. ¿Pero… le bastaba a Donald con eso? Of course not!

  1. Sparring “Clinton”

Si tú eres el partido Demócrata y tienes a un patriota populista que es capaz de movilizar odios y simpatías a partes iguales, necesitas combatirlo con alguien que sea capaz de plantarle cara, y mi sensación es que Hillary Clinton ha sido más bien un sparring para Trump.

«Pero… Hillary lleva más de 20 años en política. Si alguien puede eliminar a Trump (que no tiene ninguna experiencia) es ella»

Eso debió pensar el partido Demócrata, y a priori, Hillary puede parecer una elección adecuada, pero fue precisamente su vasta experiencia lo que ha resultado ser un arma de doble filo. Esos 20 años en política han servido al electorado para identificar a Clinton con la vieja política. Hillary representa al orden político establecido, respecto al cual hay una gran repulsión entre los votantes. Más leña al fuego, y no hace falta decir que los fuegos iniciados por Trump arden con facilidad.

  1. El perfecto patriota.

Donald jugó su mejor baza al lograr que la gente asociase su discurso potente y agresivo con la salvación de América. Trump hizo creer a mucha gente (muchos de ellos sin el nivel cultural adecuado) que Estados Unidos podía volver a ser aquella potencia inamovible, idealizada, más propia de las películas de Hollywood de hace dos décadas que de la actualidad, donde el mundo está irremediablemente conectado debido a la globalización. El mejor ejemplo de su patriotismo exacerbado y populista es su buque insignia: The Wall! ¡Un muro en la frontera con México! (Este tío ha visto Juego de Tronos).

Todos pensamos que se refería a algo metafórico, pero aparentemente no era así.  Sus seguidores creyeron  la promesa pese a que a nadie medianamente inteligente se le escapa que su construcción es casi imposible. Otra «fantasmada» populita del showman.

Por último, me gustaría cerrar la entrada de hoy diciendo que me provoca una risa enorme oír a gente de mi país quejándose ahora de la muerte de la democracia. Algunos amigos estadounidenses se han llegado a reír y a decirme: Really? ¿Nos vais a enseñar en España sobre democracia? Mirad primero lo que pasa en vuestro país.

Touché.

En fin, me voy a comer algo. Quizás una hamburguesa.

Y ya sabéis, cada uno en su casa, y Trump en la de todos.

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